Vistas de página en total

miércoles, 9 de mayo de 2012

RECOMENDACIONES ANTE EL EXAMEN PAU



A) ASPECTOS BÁSICOS DE LA EXPRESIÓN ESCRITA

1.
Coherencia: desarrollo lógico y coherente

-Realiza una planificación previa del comentario que evite en lo posible toda improvisación. Con

ello conseguirás:

1) Evitar una falta de orden en el desarrollo del comentario.

2) Conseguir una redacción más fluida y organizada.

3) No entrar en contradicciones.

4) Evitar repeticiones innecesarias (resumen, ideas principales y secundarias, estructura, etc.)

-Acostúmbrate a utilizar el párrafo, como unidad textual, para delimitar las distintas partes del

comentario. Uno de los errores más frecuentes detectados por esta razón es el uso de larguísimas

oraciones sin puntuación alguna.

2.
Cohesión: correcto uso de signos de puntuación y marcadores textuales

-Ten presente y revisa el uso de los signos de puntuación.

-Evita la frecuente tendencia a manifestar la oralidad en el lenguaje escrito con largos enunciados

salpicados con comas y expresiones, giros o muletillas típicas de este lenguaje: (“Bueno”, “esto”,

“la verdad es que”, “comerse el coco”,…).

-No olvides el uso de otros signos de puntuación básicos como las comillas en las citas textuales o

el subrayado en los títulos de libros.

-Recuerda y aplica la norma de uso de las mayúsculas.

-Recuerda que las abreviaturas que puedes utilizar en el examen son las recogidas en la norma. Por

eso, evita otro tipo de abreviaturas no normativas que suelen utilizarse en móviles, ordenadores, etc.

-Utiliza todas las conjunciones y marcadores textuales que el lenguaje te ofrece y no abuses de la

conjunción “y” como único nexo oracional.

3.
Adecuación: presentación, uso correcto de la norma lingüística y gramatical y el dominio léxico.

-En cuanto a la presentación ten muy presentes:

1) El uso de márgenes en la escritura.

2) La escritura hecha con apresuramiento que a veces desemboca en una escritura ilegible.

3) Practica tu escritura en folios en blanco ya que así tendrás que realizar el examen.

-Utiliza el lenguaje escrito de manera adecuada normativamente hablando y evita, entre otros

errores que tu profesor te indique, los siguientes usos:

. Impersonales con verbo haber en plural (*Habían… por había).

. Utilización excesiva del relativo “cual”.

. Incorrección en el manejo de las preposiciones

. Construcciones del tipo “el texto a analizar”, “el texto a tratar”.

4.
Ortografía: letras y acentuación

-Para evitar muchos errores, acostúmbrate siempre a realizar una revisión ortográfica. Entregar un

examen sin revisar conlleva un riesgo innecesario.

B) CONTENIDO DEL COMENTARIO

-No te limites exclusivamente a nombrar teóricamente aspectos como funciones del lenguaje, rasgos

morfosintácticos, léxicos, de estilo, argumentación, etc. sin explicar razonadamente para qué se

utilizan o qué efectos se consiguen. No olvides especificar en qué parte del texto se encuentra.

-En el resumen no opines ni argumentes.

-No confundas el tema con la tesis, puede tener consecuencias negativas para el resto del

comentario.

-Cuida tus capacidades de comprensión y síntesis. No omitas aspectos relevantes del texto.

-Recuerda que en un comentario de textos no es recomendable limitarse a exponer características

previamente memorizadas (información morfosintáctica irrelevante o, en el caso de los comentarios

literarios, un exceso de datos biográficos o del movimiento artístico al que adscribe). Se trata de

aplicar dichos conocimientos aprendidos para analizar y destacar aspectos interesantes y

significativos del texto.

-CONSIDERACIONES SOBRE EL COMENTARIO DE OPINIÓN FINAL

- No debes olvidar que esta parte final puede añadir 2 puntos a la valoración final de tu comentario.

Por eso, no hagas un comentario de opinión final escaso y no te limites a decir que coincides con lo

que dice el autor o que discrepas. Este comentario debe demostrar tu madurez, así que debe ser más

extenso y profundo.

- Recuerda que para el comentario de opinión final, la subcomisión ha recomendado un orden y un

contenido de exposición que debes tener muy en cuenta.

Te recordamos este orden y contenidos básicos:

1ª) En la primera parte, se deben relacionar las ideas del autor (o personaje) en el texto seleccionado

y el tema solicitado y su actualidad.

2ª) En la segunda parte debe aparecer tu posicionamiento ante la tesis y argumentación empleada

por el autor. Aquí puedes hacer mención, por ejemplo, de tu experiencia personal ante el tema.

3ª) Finalmente, en la 3ª parte se trata de realizar una conclusión y/o cierre textual, que incluya tu

valoración personal en donde resaltes la tesis que hayas expuesto anteriormente frente a la expuesta

en el texto inicial o que pongas de relieve su coincidencia con la posición del autor o del personaje

(originalidad, valores éticos…).

-No olvides que se valoran muy positivamente aquellos comentarios que contengan algún matiz

personal o creativo, es decir, en que expreses tu emoción ante algún verso o alguna frase o

fragmento narrativo o dramático que te haya impactado por alguna razón.

                                                        
                                                              Subcomisión de Lengua Castellana y Literatura II

miércoles, 2 de mayo de 2012

Distintas ante la ley


Hace más de 2.500 años Confucio proclamó: “La naturaleza hace a todos los hombres iguales, la educación los hace diferentes”. El gran pensador chino, que era hijo de una familia noble pero arruinada, debía referirse al plano filosófico de la cuestión, porque qué duda cabe que el tener poder —o un vínculo con quien lo posee— o carecer de él marca una diferencia muy sustancial en la vida en sociedad. Muchas cosas han ido evolucionando desde entonces, como el papel de la mujer e incluso el trato que reciben algunos monarcas, políticos y banqueros cuando llegan a sentarse en el banquillo de los acusados. Es evidente que se tiende a la igualdad, aunque esta está lejos de conseguirse.

Seguramente, el nombre de Ana María Tejeiro no les dirá nada. Se trata de la esposa de Diego Torres, el socio de Iñaki Urdangarin en el Instituto Nóos. Figuraba como administradora de una de las entidades del entramado societario, en su mayoría sin actividad, que presuntamente ambos utilizaban para emitir facturas falsas y transferir fondos para desviarlos a paraísos fiscales. Sin embargo, Tejeiro, que nunca realizó acto de administración alguno, se encuentra imputada desde mediados del año pasado y el juez José Castro ha rechazado por dos veces —la última hace una semana— el levantarle la imputación y archivar la causa para ella. Alega el magistrado que la esposa de Torres se ha acogido a su derecho a no declarar y que hay que esperar a que avance la investigación.

Sin embargo, la participación de Tejeiro en las actividades de la trama societaria es muy parecida a la de la infanta Cristina. La hija del Rey figuraba en el consejo de administración de Nóos —del que su marido, el duque de Palma, era presidente y por lo que está imputado por posible fraude a la Administración, malversación de caudales públicos, falsedades documentales y blanqueo de capitales de unos 17 millones de euros— y era titular del 50% de la sociedad patrimonial familiar Aizoon, una de las que supuestamente se utilizaron de forma instrumental para desviar fondos públicos. En la causa no existe ningún indicio de que la Infanta, haya realizado ningún acto que pudiera considerarse delictivo. Y ni el fiscal Pedro Horrach, ni el juez José Castro, han estimado no ya imputarla, sino ni siquiera llamarla a declarar en calidad de testigo, por entender que sería “estigmatizarla gratuitamente”.

Y es que como decía con ironía Enrique Jardiel Poncela: "Patrimonio es un conjunto de bienes; matrimonio, un conjunto de males". Porque la Sala Segunda del Tribunal Supremo, en su sentencia de 22 de julio de 2011, castigaba como cómplices de blanqueo de capitales a dos cónyuges, aunque no habían tenido ninguna participación en el delito, con el argumento de que se tenían que haber dado cuenta de que sus parejas habían acumulado grandes sumas de dinero en poco tiempo y sin justificación.

Y hasta en un curso de la Escuela Judicial sobre corrupción celebrado recientemente se aconsejaba a los magistrados la incautación de todos los bienes de aquellos acusados de blanqueo sobre los que no pudieran justificar su origen, y también que se condenase como cómplices a los consortes aunque no hubieran tenido protagonismo en el delito.

De modo que tras el discurso de Navidad del Rey en el que recordó que “la justicia es igual para todos”, caben dos opciones. O se llama a declarar a la infanta Cristina en calidad de imputada, con lo odioso que puede resultar el citar a alguien de quien se sospecha que no ha hecho nada, o, por el mismo razonamiento —puesto que la estigmatización gratuita también cuenta para ella—, se levanta la imputación y se archiva el caso para Ana María Tejeiro.

Lo más curioso del caso es que la defensa de Iñaki Urdangarin, que naturalmente se había opuesto a la imputación o comparecencia de la infanta Cristina, se ha opuesto a que, con similares elementos de incriminación, se levante la imputación de la pareja de su socio, ejerciendo un papel de acusación cuando en realidad su función es la de defensa en el proceso.

Todo lo que no sea alguna de las dos opciones mencionadas anteriormente constituiría probablemente el grueso de la doctrina Cristina, que como en el caso de la doctrina Botín, sería justicia de caso único, con el consiguiente deterioro del principio de igualdad.

Seguro que Confucio hubiera dicho: Cuidado con no hacer un agujero en la tela por querer borrar una mancha.

José Yoldi                                                                                     El País    16/4/12

Tasas académicas y reestructuración universitaria

Si hay que encarecer el ingreso en las universidades públicas españolas, prefiero que sea en sudor, no en euros; que suba el listón de entrada y el nivel de exigencia, no las tasas académicas: incrementarlas para que los estudiantes acaben pagando el 25% de los costes de la enseñanza en lugar del 15% como hasta ahora, como acaba de autorizar el Consejo de Ministros, no es una buena idea.

Aumentar las tasas era la solución más fácil para las penurias de nuestras universidades públicas, la menos costosa para sus probas burocracias, la menos exigente con sus pétreas estructuras docentes. Pero yo sé de bachilleres y de estudiantes universitarios arrasadoramente desharrapados a quienes la subida cerrará las puertas de la universidad o les hará la vida aún más difícil de lo ya es para la juventud de este desangelado país. Para entendernos y para que ustedes me puedan contradecir: defino, siempre convencional, como pobres de solemnidad a los jóvenes candidatos a estudiar que no cuentan ni con el apoyo de su familia, ni con 400 euros mensuales para mal pagarse un cuarto interior, tres comidas frugales, una tarjeta de transporte público, las tasas académicas y el mínimo material docente, temo que sin tarifa plana de internet. En Cataluña, tal vez el 20% de los estudiantes tienen beca, pero el incremento de las tasas el próximo curso 2012-13 desapropiará a cientos, acaso a miles de estudiantes marginales en dinero, no siempre en capacidad de esfuerzo ni en méritos probados.

Me dicen que la solución es incrementar el número de becas. Si es así, hagamos las cosas al revés: abramos primero el proceso de solicitudes y concesión de becas, contrastemos su corrección y, solo luego, cobremos las tasas.

Es cierto que los países europeos desarrollados mantienen criterios distintos: los británicos cobran tasas cada vez más elevadas, pero tienen muchos estudiantes extranjeros, una circunstancia que anima a pasarles factura. En el otro extremo, los escandinavos pagan a sus estudiantes y luego, cuando trabajan, les crujen a impuestos. En medio, algunos Länder alemanes cobran tasas, pero otros no lo hacen.

Y sé de sobra que, como insiste la Fundación BBVA en un reciente informe, un titulado universitario gana un 10% más por cada año de estudios adicional realizado que una persona con estudios medios de similares características. Pero prefiero mil veces subirle los impuestos cuando sea mayor y rico a hacerle pagar por su educación cuando es joven y pobre.

Naturalmente, los partidarios de la contención de las tasas académicas algo habríamos de ofrecer a la mayoría que resolverá subirlas: el informe que acabo de citar recalca que, en España, el porcentaje de estudiantes titulados sobre los ingresados es solo de un 80%, es decir, que una quinta parte se pierde por el camino, y deja la universidad habiendo pagado sólo una fracción mínima de la factura que ha corrido a cargo del contribuyente durante uno o más años. También lo es que uno de cada cinco estudiantes deja de presentarse a los exámenes o que, de los presentados, aprueban solo las tres cuartas partes. Ahí sí que realmente el ministro José Ignacio Wert y las autoridades académicas están cargados de razón, pues a quienes no sudan la camiseta hay que cobrarles por los servicios casi gratuitamente prestados en vano por el sufrido contribuyente. Por esto, el aspecto más positivo de las anunciadas subidas es que no son lineales. Pero, de nuevo, remedios alternativos o complementarios al incremento de tasas eran endurecer la selectividad y controlar con severidad la permanencia de los estudiantes en la universidad. Aunque también en este tema, es importante ofrecer vías rápidas y vías lentas: los estudiantes habrían de poder organizar su jornada de forma tal que les resulte posible combinar un trabajo a tiempo parcial con el estudio. Piénsese que el mercado de trabajo para los jóvenes es desolador y que la reforma de Bolonia ha llevado a horarios enloquecidos que impiden a los pocos estudiantes que consiguen un trabajo a tiempo parcial asistir con normalidad a cursos y seminarios desparramados a lo largo de todo el día.

Concedo que había que correr, pues el suelo está desapareciendo bajo nuestros pies. Pero urgen reformas estructurales contra cuya realización muchos gobiernos anteriores conspiraron con los gremios universitarios y que los actuales siguen tentados en posponer, pues los costes políticos son muy elevados. Por citar un ejemplo que conozco bien, en España hoy se pueden cursar estudios completos de Derecho en 73 centros públicos y privados cuando en Alemania, un país mucho más rico y poblado que el nuestro, hay solo 44. Así en Derecho, al menos, había que reestructurar la oferta en lugar de empezar encareciéndola. Pero es mucho más sencillo hacer pagar más a los estudiantes que reorganizar a sus profesores o fusionar centros, por no hablar de cerrar algunos. En todo caso, hasta la apertura de los periodos de matrículas queda tiempo para formular una petición a nuestras autoridades: acompasen las subidas y los plazos de pago de las tasas con las convocatorias de becas y ayudas académicas.

Pablo Salvador Coderch                                                                     El País 25/4/12

Dame hueco

El Gobierno del Sr. Rajoy ha presentado a las CCAA un Plan de Reforma del Sistema Nacional de Salud que supone un verdadero torpedo en la línea de flotación de la sanidad pública española. La clave de este Plan es hacer pagar a los pensionistas parte del coste de los medicamentos que les receten. Que paguen los enfermos y los más mayores quiebra el concepto del sistema. Un sistema sanitario basado en la solidaridad, con una financiación a través de impuestos, que pagamos todos (también los pensionistas) en función de nuestra renta o nuestra riqueza, para poder recibir servicios en función de nuestra necesidad.

En la misma línea, el Plan también incluye una separación de prestaciones “básicas”, de otras “suplementarias” y “accesorias” (¿por las que habrá que pagar?). Esta contra-reforma responde a un argumento de fondo que se ha expresado desde el PP al explicar por qué tienen que pagar los pensionistas: “si tienen que pagar su comida y su ropa, parece razonable que contribuyan a pagar las medicinas que son un elemento esencial de la salud”. Es decir, la sanidad se considera un asunto “privado”, como cualquier otro bien o servicio de consumo privado. Esta es la diferencia de concepto con el modelo actual del Sistema Nacional de Salud que se quiere cambiar. En España, desde la Ley General de Sanidad de 1986, que promovió el Ministro Ernest Lluch, la atención sanitaria se considera un derecho. Todas las personas tenemos derecho a la sanidad en función de nuestra necesidad de atención, y no en función de la capacidad de pago cuando nos ponemos enfermos. Convine no olvidar que en el pacto constitucional decidimos aceptar desigualdades, diferencias de propiedades, de rentas y de salarios, diferencias “en la comida y la ropa”, pero a cambio se reconocían derechos sociales importantes, como la sanidad, iguales para todos. Si se obliga a que cada persona se pague la sanidad como se paga la comida o la ropa, rompemos la baraja. Habría que repensar todo nuestro modelo económico de distribución de la rentas, habría que cuestionar los beneficios empresariales, etc.

En este nuevo modelo están implícitos el rechazo al aumento de la financiación sanitaria a través del sistema fiscal, y el aumento de la financiación privada con un repago de la atención sanitaria por los enfermos. Se “da hueco” a más sanidad privada, que se pagará el que pueda. Desarrollando este modelo, los que no puedan pagar acudirán a un servicio con menos dotación, menos medicinas, y menos calidad, la antigua “beneficencia”. Este un primer paso, pequeño cuantitativamente, pero que abriría el camino a futuros re-pagos. Los intereses financieros privados que han convertido la economía en un casino, alientan este planteamiento y quieren romper la barrera de la solidaridad. Por eso es tan importante para esos intereses introducir el repago de las medicinas para los pensionistas. Porque supone cambiar las reglas de juego. Parafraseando a José Mota: “dame hueco que yo ya sabré ya como yo ya estoy ahí..; dame hueco, que si hay hueco, habrá de lo demás… ; tú solo dame hueco”. Esta contra-reforma sanitaria “da hueco” a los financieros privados para iniciar un proceso, el de convertir la sanidad en otro lucrativo negocio.

Como es habitual, la propuesta se presenta con la “neo-lengua” oficial: “la reforma es para garantizar la sanidad pública, universal y gratuita.” Justo lo contrario de lo que conseguiría si se aplicara, y más en línea con lo que afirmaba el portavoz de sanidad del PP en el Senado, cuando dijo que había que decir la verdad: “universalidad, equidad, gratuidad y solidaridad son una utopía”.

Según lo publicado en la Nota del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, y a la espera de la concreción de las medidas, podemos calcular que el repago de las medicinas por los pensionistas y el aumento a los activos, según los tramos y los topes, supondrá unos ingresos de poco más de 1.200 millones de euros. Descontando el gasto de aplicación, nueva tarjeta sanitaria, red informática, sistema de gestión, etc., se gastará casi igual que lo recaudado. ¿Entonces por qué se hace? Responde el Gobierno que esta medida no es para recaudar, sino para desincentivar el consumo. Y aquí aparece precisamente la razón que hace tan negativa esta decisión.

Si una persona enferma deja de consumir el medicamento que le ha recetado su médico por la barrera del precio, estaremos discriminando a las personas con menos rentas, con menos pensión, más mayores y más enfermas. Por eso precisamente luchamos por el derecho a la sanidad universal. Para que el acceso a este servicio sea en función de la necesidad y no de la riqueza o la edad de la persona. No aceptamos una sanidad para ricos y jóvenes, y otra para pobres y viejos.

El sistema sanitario español sigue siendo (hasta ahora) uno de los más eficientes. El consumo de los servicios más caros (los de Hospitalización) es menor que en otros países; la frecuencia de uso en Atención Primaria, descontando las consultas “administrativas”, es similar. Nuestra Atención Primaria es muy completa, con programas de salud y seguimiento de los pacientes, que no tienen otros países. La Esperanza de Vida al Nacer es la más alta de la UE-27 (Eurostat 2012). Se puede y se debe mejorar en las indicaciones de medicamentos y de pruebas y otros tratamientos (sobretodo en hospitales). Se puede y se debe mejorar en la educación sanitaria para un uso responsable. Se puede mejorar la gestión de compras. Se puede y se debe mejorar la coordinación socio-sanitaria. Pero el repago sanitario no tiene que ver con esas mejoras, es un cambio de modelo. Se quiere aprovechar la crisis y el miedo, para desmontar el concepto del derecho a la atención sanitaria pública.

Es verdad lo que han denunciado ya los pensionistas: esta reforma supone una rebaja de las pensiones, y un impuesto directo a los enfermos. Pero sobretodo es quitarnos el derecho a que cualquier persona, cuando se ponga enferma, tenga acceso al mismo servicio y a la misma atención, por el hecho de ser español. La reforma de Lluch, la universalización del derecho a la atención, es la que está en juego. En aquél momento los intereses financieros ya pedían “hueco”. Entonces no lo lograron. Entre todos tenemos que conseguir parar esta contra-reforma, esta injusta rebaja de las rentas de los trabajadores y de los mayores. Tenemos que cerrar este boquete que se pretende abrir para la privatización de la sanidad. ¡No demos hueco!

Fernando Lamata                                                                        Público.es  19/4/12