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miércoles, 22 de febrero de 2012

Un futuro valenciano

Si Valencia es nuestra Grecia, nuestro futuro es Valencia: la tierra del inocente Camps, de la Gürtel y del honesto Carlos Fabra; la autonomía más arruinada de España, donde no hay dinero para la calefacción de los colegios, pero sobra pasta para un aeropuerto sin aviones. Lo que sucede en Valencia es un avance de lo que está por venir en el resto de España. Es nuestra Grecia, también en los porrazos. Pasó hace ya una semana y ayer volvió a suceder: los antidisturbios cargaron contra los chavales que se manifestaban pacíficamente, peligrosos críos de 16 o 17 años, que acabaron con la cara ensangrentada por reivindicar una educación de calidad; la letra con sangre entra. Varios periodistas también se llevaron su ración de porrazos, por estar allí para poder contarlo.

¿La justificación de esta desproporcionada actuación policial? La oficial es que estaban cortando la calle durante media hora (¡intolerable!). Ante tal china en el zapato, la delegación del Gobierno en Valencia decidió cortarse un pie: zurrar a los chavales y colapsar el centro de la ciudad en una persecución a los manifestantes que duró toda la tarde.

Pero el motivo real de esta dura respuesta policial que están estrenando en Valencia en realidad es otro. El Gobierno de Rajoy no está dispuesto a consentir que la calle se llene de estas protestas, que irán a más. Su solución es apagar el incendio con gasolina: una mano tan dura como desmesurada que lo único que conseguirá será agravar el problema y radicalizar las protestas. Tal vez sea ese el objetivo: una de las grandes virtudes del 15-M es, precisamente, su rechazo a la violencia. Si la respuesta ciudadana deja de ser pacífica, los de los porrazos habrán ganado.

Ignacio Escobar   Público.es   21/2/12

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