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lunes, 9 de abril de 2012

UN DÍA HABRÁ UNA ISLA

Un día habrá una isla

que no sea silencio amordazado.

Que me entierren en ella,

donde mi libertad dé sus rumores

a todos los que pisen sus orillas.

Solo no estoy. Están conmigo siempre

horizontes y manos de esperanza,

aquellos que no cesan

de mirarse la cara en sus heridas,

aquellos que no pierden

el corazón y el rumbo en las tormentas,

los que lloran de rabia

y se tragan el tiempo en carne viva.

Y cuando mis palabras se liberen

del combate en que muero y en que vivo,

la alegría del mar le pido a todos

cuantos partan su pan en esta isla

que no sea silencio amordazado.


Pedro García Cabrera                                                                           Las islas en que vivo

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